Tomar partido hasta mancharse.


Sé que no lo parece, después de los últimos 2 artículos publicados en este Blog; pero…. yo tengo la confianza de que una España mejor y más justa es todavía posible.

España, tiene varias ventajas. Es un país vivo con energía, con ánimos. Es un país vital, joven y con ganas de estar entre los mejores.

Quizás nos falta motivación y creer más en nosotros. Estamos fallando en el campo de la conciencia, pero queda una esperanza en la vitalidad. Yo creo que no pensamos, no reflexionamos lo suficiente. Alguien hace muy poco dijo: España es como un chico con salud y vitalidad fortísima, pero aturdida, que no piensa, que no reflexiona, que vive el día a día. Que está en el hedonismo, que no tiene un proyecto de vida, que no sabe a dónde va ni qué hacer con su futuro.

España, con esa vitalidad que le es propia, tiene que dejar de mirarse al ombligo y ejercer una autocrítica profunda; mirar más para adentro. Pensar que los errores que hemos cometido nos hacen grandes. Pensar cómo somos ahora y cómo deberíamos ser. Pensar qué voy a hacer por el mundo y no que es lo que el mundo va ha hacer por mí. Cuál ha de ser mi proyecto. Cuál mi dedicación al colectivo.

España en general, y Galicia en particular, al igual que otras comunidades son como jóvenes vacíos, pero vitales; necesitan –-primero— disciplinarse (buena organización), y segundo, tomarse en serio lo que hacen. No dispersarse, no desistir. Perseverar hasta alcanzar el objetivo o proyecto que nos hayamos propuesto.

Como diría Ortega y Gasset, hay que estar a las “cosas”.

Todas las comunidades autónomas tienen que volver a tomarse en serio España y no abandonarse ni frustrarse al ver a las élites desmoralizadas, cortoplacistas, que piensan solo en la conquista del poder; impotentes de ver una sociedad desesperanzada, resignada, sin referencias, sin alternativa, acobardada, aunque también irritada. La corrupción campando a sus anchas en la vida pública española, no solo política, también empresarial y mediática.

Y no solo corrupción económica, sino también moral e ideológica.

Y precisamente por eso debemos pasar a la acción y desde luego, si alguien ha demostrado que puede hacerlo es España y los españoles.

Yo aún tengo esperanza. Creo que hay una Galicia por venir, una Galicia nueva y por ende una España por venir, una España nueva. Está en nuestras manos, en nuestra cabeza, y en el corazón de millones de españoles.

Humildemente; yo también me comprometo ante vosotros a hacer todo lo que pueda. Son tiempos estos en los que un íntimo compromiso de coherencia entre hechos y pensamientos me lleva a la convicción de que -como decía el poeta Gabriel Celaya – hay que “tomar partido hasta mancharse”; y por Galicia merece la pena”.

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