2010 ¿ser o aparentar?


El 2010 está siendo un año de contrastes y paradojas, de descubrimientos, de nuevos aprendizajes, de nuevas amistades y sobre todo, de trabajo interior.

Un año marcado por la crisis económica que parece querernos demostrar que no se puede crecer infinitamente y que tal vez el dinero no lo es todo. Que nos obliga a pensar en nuevos paradigmas, en volver a lo auténtico, en disfrutar del SER más que del TENER.

Otro año en el que me vuelvo a lanzar a la aventura diaria de orientarme hacía los demas, de ayudar a otros a construir el valor que necesitan. Unos necesitan ganar tiempo y dinero, otros prestigio y afecto, o seguridad y comodidad...y al mismo tiempo lo gano yo. Es el enfoque y la intención lo que cuenta, el ganar-ganar o el win-win, como dirian los americanos.

Porque este es un año en el mi mayor deseo es ayudar a otros emprendedores en su camino. Quizás por que yo lo soy y porque el camino es muy dificil. Porque por muchas inseguridades que tengamos, por difícil que sea el camino, por mucho que perdamos, el sabor de la libertad no tiene precio, el placer de hacer lo que nos gusta de verdad no se paga con dinero. Cuando seguimos el camino de la pasión, todo fluye. Y nos encontramos con la ocasión única de hacer algo realmente extraordinario.

Tener la oportunidad de hacer realidad nuestro sueño hace que la vida adquiera un sentido diferente, que valga la pena ser vivida. A veces la disfrutamos lentamente, a pequeños sorbos, sorbos de tiempo detenido. Y otras nos la bebemos a borbotones, con la sed del caminante que encuentra una fuente tras un largo camino.

Quizás el camino de emprender no es tu caso. Pero igualmente te invito en este 2010 a disfrutar de cada momento, de cada instante y a hacerte consciente de que el instante es lo real, lo eterno, y que por tanto, el tiempo de vivir es aquí y ahora.

Una antigua historia cuenta que en el siglo XV vivió el monje más famoso de todo Japón, Ikkyu, que era hijo ilegítimo del emperador. Cuando el príncipe de la provincia en la que vivía decidió dar una gran fiesta invitó a Ikkyu, reservándole un honroso lugar a a su lado. El día de la fiesta el monje apareció humildemente vestido, casi parecía un mendigo, con lo cual el príncipe montó en cólera y lo expulsó. Luego Ikkyu regresó ataviado con buenas vestimentas y, una vez en el palacio, se las fue quitando lentamente y las dejó en una silla. -¿Qué estás haciendo?, preguntó el príncipe- Te había entendido mal, pensaba que me habías invitado a mi, pero invitaste a mi vestimenta, así que aquí la dejo- respondió Ikkyu.

Este cuento tradicional nos viene muy bien en un momento en que la sociedad en que vivimos es “del espectáculo” como decía Guy Debord, “Todo lo que una vez fue vivido directamente se ha convertido en una mera representación”.

Debord argumenta que la historia de la vida social se puede entender como “la declinación de ser en tener, y de tener en simplemente parecer”. Creo que tenemos múltiples ejemplos de ello en los medios a diario.

Pero ahora tenemos una nueva forma de relacionarnos en sociedad, en la llamada web social o web 2.0, que nos da la oportunidad de relacionarnos de un modo horizontal, siendo nosotros mismos, auténticos. El problema, es que muchas personas están trasladando los mismos modelos que hacen funcionar la sociedad Offline al mundo Online. Y de nuevo eso provoca que se valore más la apariencia que el fondo y que aunque muchos sepan que “el emperador va desnudo” pocas personas se atrevan a decirlo en voz alta. Está mal visto. O tal vez pensamos que al final, se sabrá. Igual que la mano invisible del mercado no ha funcionado, no estoy seguro que la mano invisible del social media lo haga para señalar quién va desnudo. Aunque tendré confianza en el 2010 y me quedaré con las palabras de Warren Buffet: Sólo cuando baja la marea descubres quién se bañaba desnudo.

¿Nos quieren por lo que somos o por lo que aparentamos ser? ¿Valoramos a los demás por lo que son?

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