Todavía tengo el Corazón de mudanza

Como pasa el tiempo.......NUESTRO TIEMPO, la única posesión verdadera que poseemos.

Todavía tengo el corazón de mudanza. Y aún lo tengo dividido. Hoy hace un año que dejé de convivir con Vigo para casarme con Ourense. Mi vida familiar necesitaba un cambio y la profesional necesitaba reinventarse, sin abandonar el proyecto foco que hace 8 años inicié y sin saber aún muy bien que me empujó a ello. Lo llevo dentro y, como siempre he defendido, hay que hacerle más caso al corazón que a la cabeza.

Si, lo reconozco, como naturista me desnudo públicamente. Este sentimiento de nostalgia hoy quiero compartirlo. Abandonar el Gran Torreón de la Avenida del Aeropuerto para trasladarme a un pequeño, aunque acogedor, despacho en pleno centro de la ciudad de “Las Burgas” me ha costando mucho digerirlo.

Y sin embargo, mientras lo digiero, sigo pensando que aquel lujoso lugar aún sabe demasiado. Solo cinco años estuvimos juntos. Aprendí tanto en aquel lugar que me sigue entristeciendo que se quedara tan vacío. Las paredes de aquel despacho oyeron tantas voces diferentes que salieron grietas en los cajones y los archivos perdieron su brillo. Sus estancias escucharon tanto; había risas y había llantos, había broncas y había canto. Sus paredes saben tanto, que salieron grietas en el corazón de ambos. Durante esos años sus acogedoras siete plantas estuvieron llenas de amor al trabajo; también de celebraciones, travesuras, peleas, gritos y portazos. Y aún así, siento que aquella casa, aún no se había cansado de tanta algarabía. Y es que la casa, nació con nosotros.

Y aún quedaron cajas. Tantas cajas iguales unas a otras, cajas de cartón amontonadas en la entrada, y ¿esto para que es? si no te importa no lo tiraré. Hoy Ana, mi compañera, me recordó que se notaba una forzada naturalidad en mis respuestas. Bueno, al final eran tantas cosas que la mayoría me las afanaron los más ricos del lugar...... gentuza....... Justo. Paz. 

Me puedo reír y a solas llorar. Las luces se apagaron hace un año. Se cerraron las cortinas como si del telón de una función inacabada se tratara. Sus cortinas se ensuciaron tras tanto encanto -y desencanto- provocado por los acontecimientos de los últimos años. 

¿Había empezado tanto amor a hacernos daño? Nuestra casa se había cansado de tanto desencanto provocado con el paso de los años por esta estafa que llaman crisis y que todos llevamos a cuestas. Pero es que no salían las cuentas. "Gastábamos demasiado y a fin de mes solo llegábamos de milagro". Escuchamos tantas veces la canción de Tontxu "Saldo Cero" en el despacho que llegó a convertirse en un himno.... “esta apretando Dios y me esta ahogando el mismísimo diablo”, mejor dicho, me ahogaban los discípulos de lucifer en la Tierra, es decir, el banco y el estado, que siempre se han aliado con el maligno para, entre todos ellos, comernos vivos. Lo mismo que hizo Saturno que se comió vivo a su propio hijo. Y eso no lo iba a permitir. Siempre se lo he prometido a los que me rodean, a los que necesito y a los que me necesitan: "No nos va a faltar de nada". La nueva casa donde vivimos ahora es más pequeña por lo que ya me he acostumbrado a vivir en ella. Por las mañanas estoy pendiente del desayuno y por la tarde de llevar unas pastas para el café. Mi familia es más importante que todos juntos. 

Y tú, querid@ lector, también.


PD: Ya se que lo has notado pero tenia que decirlo: Estas dos canciones son las que me han inspirado a escribir este post......¡Gracias Tontxu!

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