Prostitución: Abolición o regulacion. 25D
Este año las instituciones, además de llenarse la boca hablando de "violencia machista", deberían también mirar hacia la forma más normalizada de esa violencia: la prostitución. Esa que aparece en los titulares solo cuando hay corrupción en esas mismas instituciones—"son casos de abuso de poder, dinero robado y prostitutas contratadas"— como si las mujeres fueran el decorado de un crimen cuyo verdadero nombre es patriarcado capitalista.
Hoy, cuando un juez o una jueza llama "relaciones consentidas" a la compra de cuerpos racializados y pobres, cuando el PSOE regula burdeles mientras ondea banderas moradas y cuando V🤮X llama "libertad" al derecho de un hombre a pagar por acceder sexualmente a una mujer, es hora de posicionarse.
Personalmente he llegado a la conclusión -y a la firme convicción- de que la prostitución no es un trabajo, solo es la expresión más pura de la desigualdad.
En este artículo no hablaré de moralina. Hablaré de por qué, para mí, la abolición es la única respuesta feminista a un sistema que quiere convertirnos en mercancía.
Hoy #25N, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, quiero resumir por qué, tras años de observación y lectura, me he posicionado en el campo abolicionista.
POR QUÉ LA REGULACIÓN DE LA PROSTITUCIÓN ES UNA TRAMPA NEOLIBERAL (Y SÓLO LA ABOLICIÓN ES FEMINISTA).
1. La regulación normaliza la explotación.
Regular la prostitución significa aceptar que el cuerpo de las personas —mayoritariamente mujeres— puede ser tratado como una mercancía. Bajo un marco legal, el Estado pasa de ser protector a ser gestor de la explotación.
· Ejemplo: En Alemania, tras la regulación, aumentó la trata de mujeres desde Europa del Este.
· Los burdeles se convirtieron en negocios legales, pero la violencia simbólica y física persistió.
2. La prostitución no es un trabajo como otro cualquiera
Quienes defienden la regulación hablan de "trabajo sexual". Pero:
· No existe relación laboral sin explotación cuando el acto implica intimacy forzada o despersonalización.
· No hay horarios ni condiciones seguras cuando el cuerpo es el instrumento de trabajo.
La filósofa Rosa Cobo lo define como "la negación de la subjetividad de la mujer".
3. El mito de la "elección libre"
La mayoría de las mujeres en prostitución no están ahí por voluntad propia:
· El 90% responde a situaciones de pobreza, violencia machista previa o trata.
· ¿Es libre una mujer migrante sin papeles? ¿Es libre una madre soltera en exclusión?
La regulación legitima esta falsa "elección" y blanquea la realidad de la coerción.
4. El modelo abolicionista: salir del sistema, no maquillarlo
El modelo nórdico (penalizar al cliente, no a la persona prostituida) demuestra que:
· Reduce la demanda: Sin clientes, no hay mercado.
· Ofrece alternativas: Rutas de inserción laboral, ayudas económicas y apoyo psicosocial.
· Cambia el foco: La culpa no es de la mujer, sino del explotador y del demandante.
5. La regulación es un parche que no cuestiona el patriarcado
Abolir no es esconder la prostitución: es cuestionar por qué existe. Mientras sigamos aceptando que los hombres pueden comprar acceso sexual al cuerpo de las mujeres, perpetuamos:
· La idea de que el cuerpo femenino es disponible.
· La cultura de la violación.
· La desigualdad estructural.
Conclusión
La prostitución no es una profesión: es una de las formas más crudas de violencia machista. Regulamos, no para proteger a las mujeres, sino para tranquilizar nuestra conciencia colectiva.
El debate no es "prohibir vs regular". Es patriarcado vs libertad. Mientras la izquierda tradicional negocia con los puteros, el feminismo morado sabe que ninguna mujer es libre mientras alguna pueda ser comprada.
Abolir es aspirar a un mundo donde ningún cuerpo tenga precio. Donde la dignidad no sea un lujo, sino un derecho.
Para profundizar:
· La prostitución en el corazón del capitalismo" de Rosa Cobo.
· "Feminismo para el 99%" de Cinzia Arruzza



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