Buscar empleo de comercial.
LA METÁFORA DE LA RANA Y EL PELÍCANO:
Imagina que vuelves a tu ciudad tras un largo viaje en coche. Se te ha hecho de noche y estás rumiando que seguro te será difícil encontrar aparcamiento en tu barrio a estas horas. Por fin sales de la autovía y pones rumbo a la zona donde vives. De reojo, vez luz arriba en tu casa, seguro que te están esperando con algún plato calentito para cenar. Además, mañana es fiesta local y no tendrás que madrugar. Hum, ¡que ganas de llegar! Inicias la rutina habitual buscando el ansiado sitio para tu coche. Has dado ya la primera vuelta a la manzana y nada, y la cosa no tiene buena pinta. Y así una y otra vez. Tras 10 minutos empiezas a ponerte nervioso. Otras veces te ha pasado lo mismo, es normal, pero es que hoy estás especialmente cansado y ansioso por aparcar, ¡por qué tenía que pasar hoy! Cambias la ruta y conduces por otras calles a ver si hay suerte, y sigues dando vueltas. Muchos coches están estacionados en doble fila, pero tú no estarías tranquilo si hicieras lo mismo. Cuando ya ha pasado media hora sin encontrar aparcamiento, detienes el vehículo y pegas un manotazo de rabia al volante. ¡¿A qué dejo el coche en mitad de esta calle y que se joda?!, exclamas con desesperación. ¡¿Qué hago?, parece imposible aparcar esta noche¡
Es en este momento de la historia cuando hago una “pausa” y me dirijo directamente a la persona que está sentada frente a mí solicitando consejo, generalmente para buscar empleo de comercial: “Entonces, dime, ¿qué has decidido hacer?
¿Vas a dejar el coche en la vía pública, o vas a seguir intentándolo hasta que lo aparques?”
¿Cuál crees que es la respuesta que dan todas y cada una de las personas a las que les he contado este relato?
Hace unos días hablamos sobre lo importante que es hacer lo que uno tiene que hacer, aunque las dudas y las malas emociones siempre intenten hacernos desistir o abandonar. Pero, ¿qué pasa si uno ya lleva bastante tiempo “haciendo los deberes”, cuando está aplicando las mejores técnicas de búsqueda de empleo según su caso con tenacidad y sistematicidad, y los resultados no llegan? Muchos “clientes” de los servicios de orientación profesional cumplen con las actividades previstas en su plan de búsqueda y pueden llevar incluso meses haciéndolo sin aparentes avances. Es habitual por tanto que se muestren quejosos y desanimados: “¿no estoy haciendo ya todo lo que puedo? Creo que no merece la pena, tal vez debería dejar de buscar y pensar en otra cosa.” En estos momentos del asesoramiento es cuando tiene sentido “ponerse a aparcar”:
-Bueno, entonces dime, ¿qué has decidido hacer? ¿Vas a dejar el coche en la vía pública, o vas a seguir intentado aparcar?
-Hombre, como voy a dejar el coche así, habrá que seguir hasta que logre aparcarlo, no queda otra. Esto del aparcamiento me lo has contado para decirme que tengo que seguir buscando, ¿no?
- No sé, ¿tú que crees, debes seguir insistiendo, o lo dejamos aquí?
-En fin, creo que habrá que dar algunas vueltas más, ¿no?
Durante los 3 añitos que pasé en Coruña, las dificultades que tenía para aparcar en la Avda del Ejercito (Zona Cuatro Caminos) me inspiraron esta herramienta para una “metodología de la insistencia”. Es lo que tienen las metáforas, que te evitan dar consejos obvios y utilizar frases convencionales de ánimo, y facilitan que sean las personas las que tomen perspectiva, comprendan la situación y confirmen las decisiones que ya tomaron.
Muchas personas ya hacemos lo que tenemos que hacer para intentar alcanzar lo que queremos, pero muchas veces simplemente se trata de insistir, no de cambiar. Así que, recuerda, si eres una rana y ya estás en el buche de un pelícano, insiste, a ver qué pasa, no tienes mucho que perder.
Imagina que vuelves a tu ciudad tras un largo viaje en coche. Se te ha hecho de noche y estás rumiando que seguro te será difícil encontrar aparcamiento en tu barrio a estas horas. Por fin sales de la autovía y pones rumbo a la zona donde vives. De reojo, vez luz arriba en tu casa, seguro que te están esperando con algún plato calentito para cenar. Además, mañana es fiesta local y no tendrás que madrugar. Hum, ¡que ganas de llegar! Inicias la rutina habitual buscando el ansiado sitio para tu coche. Has dado ya la primera vuelta a la manzana y nada, y la cosa no tiene buena pinta. Y así una y otra vez. Tras 10 minutos empiezas a ponerte nervioso. Otras veces te ha pasado lo mismo, es normal, pero es que hoy estás especialmente cansado y ansioso por aparcar, ¡por qué tenía que pasar hoy! Cambias la ruta y conduces por otras calles a ver si hay suerte, y sigues dando vueltas. Muchos coches están estacionados en doble fila, pero tú no estarías tranquilo si hicieras lo mismo. Cuando ya ha pasado media hora sin encontrar aparcamiento, detienes el vehículo y pegas un manotazo de rabia al volante. ¡¿A qué dejo el coche en mitad de esta calle y que se joda?!, exclamas con desesperación. ¡¿Qué hago?, parece imposible aparcar esta noche¡
Es en este momento de la historia cuando hago una “pausa” y me dirijo directamente a la persona que está sentada frente a mí solicitando consejo, generalmente para buscar empleo de comercial: “Entonces, dime, ¿qué has decidido hacer?
¿Vas a dejar el coche en la vía pública, o vas a seguir intentándolo hasta que lo aparques?”
¿Cuál crees que es la respuesta que dan todas y cada una de las personas a las que les he contado este relato?
Hace unos días hablamos sobre lo importante que es hacer lo que uno tiene que hacer, aunque las dudas y las malas emociones siempre intenten hacernos desistir o abandonar. Pero, ¿qué pasa si uno ya lleva bastante tiempo “haciendo los deberes”, cuando está aplicando las mejores técnicas de búsqueda de empleo según su caso con tenacidad y sistematicidad, y los resultados no llegan? Muchos “clientes” de los servicios de orientación profesional cumplen con las actividades previstas en su plan de búsqueda y pueden llevar incluso meses haciéndolo sin aparentes avances. Es habitual por tanto que se muestren quejosos y desanimados: “¿no estoy haciendo ya todo lo que puedo? Creo que no merece la pena, tal vez debería dejar de buscar y pensar en otra cosa.” En estos momentos del asesoramiento es cuando tiene sentido “ponerse a aparcar”:
-Bueno, entonces dime, ¿qué has decidido hacer? ¿Vas a dejar el coche en la vía pública, o vas a seguir intentado aparcar?
-Hombre, como voy a dejar el coche así, habrá que seguir hasta que logre aparcarlo, no queda otra. Esto del aparcamiento me lo has contado para decirme que tengo que seguir buscando, ¿no?
- No sé, ¿tú que crees, debes seguir insistiendo, o lo dejamos aquí?
-En fin, creo que habrá que dar algunas vueltas más, ¿no?
Durante los 3 añitos que pasé en Coruña, las dificultades que tenía para aparcar en la Avda del Ejercito (Zona Cuatro Caminos) me inspiraron esta herramienta para una “metodología de la insistencia”. Es lo que tienen las metáforas, que te evitan dar consejos obvios y utilizar frases convencionales de ánimo, y facilitan que sean las personas las que tomen perspectiva, comprendan la situación y confirmen las decisiones que ya tomaron.
Muchas personas ya hacemos lo que tenemos que hacer para intentar alcanzar lo que queremos, pero muchas veces simplemente se trata de insistir, no de cambiar. Así que, recuerda, si eres una rana y ya estás en el buche de un pelícano, insiste, a ver qué pasa, no tienes mucho que perder.
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